Amor Prohibido  

Que mejor motivo puede haber para dedicar una sitio web que... Una Mujer

 

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Jueves

El reloj marca las siete. Siete de la noche. Noche que disfraza el sol de junio y el horario de verano.

Es jueves y desde el viernes anterior estoy contando los días para que llegue nuevamente este bendito día.

Apago la computadora sin esperar que los programas cierren. Salgo de la oficina sin despedirme. Subo al auto y acelero. Conozco el camino con los ojos cerrados. De hecho ni siquiera voy consciente de la ruta que a ti me lleva. En mi mente solo estamos tú... y yo.

Sé que al llegar, tu cuerpo será aprisionado al mío en largo abrazo. Tu boca será acallada con la mía y beberé tu aliento. Mi cuerpo ya se estremece al pensar en nuestro encuentro.

¡Por Dios!, el tráfico de la ciudad inunda calles y avenidas. Maldito semáforo, solo pasan tres carros y vuelve al rojo... rojo... rojo de labios entreabiertos que besaré al instante, transportándome al Olimpo del deseo, tú mi Venus yo tu Júpiter. Y ya te veo yaciendo desnuda a mi lado; recorriendo cada célula de tu piel, acariciando, palpando, oyendo tu respiración acelerada. Sintiéndote vibrar, oyéndote gemir. Ya me veo recorriendo palmo a palmo esas cumbres nevadas que invirtieron sus colores, oscuras en la cima y blancas en su base, preciosas cumbres que he aprendido a escalar, a recorrer de arriba a abajo, a hacerlas sentir. Y luego bajar por el valle que emerge entre ellas y llegar a tu vientre y continuar hasta esa fuente del deseo que se oculta entre tus perfectos muslos y ahí, beber el néctar de la vida, saciar la sed, sentir como tiemblas, seguir esos movimientos inconscientes de tus caderas que me dicen que estás sintiendo igual que yo... Un claxon, salto en el asiento. Las siete quince, voy retrasado. Como puedo cambio de carril para comprobar que ahora este es el que no avanza. Calma, calma, regreso por el camino recorrido hasta volver a llegar a tus labios. Mi cuerpo se acopla al tuyo. Ajustan a la perfección, pareciera que fuimos hechos con la exactitud milimétrica de un troquel, matriz y punzón. Ahora yo soy quien pierde la noción de tiempo y espacio. Me abandono en ese mundo de sensaciones que solo tu me produces. Abrázame fuerte que alcanzamos juntos el sublime instante. Nuestros cuerpos se llenan de espasmos de los pies a la cabeza. De mi boca solo un ¡Te Amo!.

El tráfico se diluye y avanzo rápidamente. Ahí estás esperando. Esperando por este loco que se entretiene en fantasías y sueños. Pero que en un momento más, se harán realidades.

Quique Gavilán